RETOMA EL CONTROL: MINDFULNESS Y ESTRÉS
Dentro de los muchos beneficios que tienen la meditación y el Mindfulness, hay uno que seguramente llama la atención más que el resto y esto por que muchos luchan con él: Controlar el estrés. Aunque es cierto que normalmente se relaciona esta palabra con el trabajo, también hay otros escenarios que no solo lo provocan, lo alimentan.
El estrés se define como el estado de cansancio mental provocado por la exigencia de un rendimiento muy superior al normal y como el conjunto de alteraciones que se producen en el organismo como respuesta física ante determinados estímulos repetidos (Google). Encontrar esta palabra en nuestro léxico es habitual, y aparece como una carga sobre la que no tenemos control o lo perdemos, la cargamos a diario sin importar cuán pesada sea, sin embargo entender cómo funciona y cómo reaccionamos ante ciertas circunstancias nos da poder sobre él.
Convivir con el estrés no es saludable, mantener un estado de tanta carga negativa de una manera persistente y permanente resulta en más que un cambio en el estado anímico, resulta en presión arterial alta, insuficiencia cardíaca, diabetes, obesidad, depresión y ansiedad. Todos estos resultan de creer que el estrés es normal y creer que convivir con él es tan normal como respirar.
Como en todos los casos en los que se quiere cambiar algo, lo primero es identificarlo; reconocer que hay estrés es el primer paso, y para tomarlo hay que ser conscientes de que existe, no en nosotros sino fuera de, bien sea por una carga laboral, por una pelea con una persona cercana o por el terrible tráfico del día. Tener atención plena del momento presente nos ayuda a controlar los pensamientos repetitivos y poco productivos que nos llevan a entrar en un estado de estrés, y retomar ese control permite cerrar las puertas de nuestra mente a él.
Una mente sin control es una gran entrada, y con ambas puertas abiertas, para el estrés. La práctica constante de prestar atención a lo que ocurre en el momento, en el infinito presente, no es la manera automática y natural de pensar, normalmente una persona prefiere mantener su mente ocupada en lo que no se hizo o no se ha hecho, o lo que hay por hacer más adelante. Entrar en un estado de mente plena, de mindfulness, nos ayuda a cultivar una experiencia más directa con lo que está ocurriendo y con nada más, aislando en gran parte lo que puede 'crear' estrés.
Con este estado mental viene una actitud más abierta de pensamiento frente a diferentes situaciones que podrían estar generando la sensación de ansiedad que viene junto al estrés, y esto trae muchos beneficios como una mayor tolerancia y resistencia a situaciones difíciles, a lo anterior también se le suma una mayor fuerza mental para controlar ese pensamiento desbordado y recurrente que se toma el poder de nuestra mente.
El Mindfulness, experimentar y crecer con él, nos lleva a varios cambios de percepción, en general, pero para este caso hay uno que es muy útil, el cual es la disociación de pensamientos y emociones, esto nos permite 'dejar de ser' lo que pensamos o sentimos. Esto finalmente nos lleva a tener una menor probabilidad de estresarnos por momentos, situaciones y eventos que posiblemente antes hubieran sido percibidos como amenazas y que generarían ese malestar sobre el que ahora hay poder.
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El estrés se define como el estado de cansancio mental provocado por la exigencia de un rendimiento muy superior al normal y como el conjunto de alteraciones que se producen en el organismo como respuesta física ante determinados estímulos repetidos (Google). Encontrar esta palabra en nuestro léxico es habitual, y aparece como una carga sobre la que no tenemos control o lo perdemos, la cargamos a diario sin importar cuán pesada sea, sin embargo entender cómo funciona y cómo reaccionamos ante ciertas circunstancias nos da poder sobre él.
Convivir con el estrés no es saludable, mantener un estado de tanta carga negativa de una manera persistente y permanente resulta en más que un cambio en el estado anímico, resulta en presión arterial alta, insuficiencia cardíaca, diabetes, obesidad, depresión y ansiedad. Todos estos resultan de creer que el estrés es normal y creer que convivir con él es tan normal como respirar.
Como en todos los casos en los que se quiere cambiar algo, lo primero es identificarlo; reconocer que hay estrés es el primer paso, y para tomarlo hay que ser conscientes de que existe, no en nosotros sino fuera de, bien sea por una carga laboral, por una pelea con una persona cercana o por el terrible tráfico del día. Tener atención plena del momento presente nos ayuda a controlar los pensamientos repetitivos y poco productivos que nos llevan a entrar en un estado de estrés, y retomar ese control permite cerrar las puertas de nuestra mente a él.
Una mente sin control es una gran entrada, y con ambas puertas abiertas, para el estrés. La práctica constante de prestar atención a lo que ocurre en el momento, en el infinito presente, no es la manera automática y natural de pensar, normalmente una persona prefiere mantener su mente ocupada en lo que no se hizo o no se ha hecho, o lo que hay por hacer más adelante. Entrar en un estado de mente plena, de mindfulness, nos ayuda a cultivar una experiencia más directa con lo que está ocurriendo y con nada más, aislando en gran parte lo que puede 'crear' estrés.
"No debes ser llevado por los dictados de la
mente, pero la mente debe ser llevada por tus dictados."
Bhaktivedanta Swami
El Mindfulness, experimentar y crecer con él, nos lleva a varios cambios de percepción, en general, pero para este caso hay uno que es muy útil, el cual es la disociación de pensamientos y emociones, esto nos permite 'dejar de ser' lo que pensamos o sentimos. Esto finalmente nos lleva a tener una menor probabilidad de estresarnos por momentos, situaciones y eventos que posiblemente antes hubieran sido percibidos como amenazas y que generarían ese malestar sobre el que ahora hay poder.
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