VIVIR UNA VIDA DE CURVAS: DESAFÍOS DE CRECIMIENTO
Comenzar a vivir con un diagnóstico - o mala noticia de cualquier ámbito - que no se espera y que resulta en un cambio dramático de tu estilo de vida no es sencillo - y los primeros años para mí fueron muy difíciles -. Sin embargo la vida no es una linea recta, es una linea llena de puntos altos y bajos, a estos últimos los llamo desafíos de crecimiento.
Posiblemente nuestro concepto de la vida a medida que crecemos se define como una vida sin problemas, una vida que solo trae buenas noticias, sin embargo solo en un escenario utópico pasaría esto. Para mí una buena vida es una que trae conflictos, problemas, personas incorrectas y correctas, momentos de tristeza y de alegría. Es aquí y en estos escenarios donde crecemos y aprendemos.
El primer desafío que enfrenté cuando recibí la noticia que mi vida no sería la misma, fue ese mismo: Ver la vida con ojos diferentes. Los nuevos ojos me dejaron enfrentado con una enfermedad sobre la que ni los doctores tenían mucha información, y en ese sentido el temor se apoderó de mi en el momento en el que ellos mismos me dijeron que tendría que encontrar la forma de convivir con ella por un largo tiempo. Ese largo tiempo ya son más de 10 años, sin embargo aprendí que hay una gran diferencia entre convivir con una enfermedad y convivir con un diagnóstico.
Sin la primera curva, la segunda no hubiera sido posible, es necesario enfrentar retos y dificultades en la vida porque estos te hacen más fuerte y más sabio, de aquí la importancia de una vida de curvas y aún más importante entender que no existen las curvas descendentes infinitas. La vida es como una montaña rusa, sin las curvas sería un paseo en tren y perdería toda la emoción.
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Posiblemente nuestro concepto de la vida a medida que crecemos se define como una vida sin problemas, una vida que solo trae buenas noticias, sin embargo solo en un escenario utópico pasaría esto. Para mí una buena vida es una que trae conflictos, problemas, personas incorrectas y correctas, momentos de tristeza y de alegría. Es aquí y en estos escenarios donde crecemos y aprendemos.
El primer desafío que enfrenté cuando recibí la noticia que mi vida no sería la misma, fue ese mismo: Ver la vida con ojos diferentes. Los nuevos ojos me dejaron enfrentado con una enfermedad sobre la que ni los doctores tenían mucha información, y en ese sentido el temor se apoderó de mi en el momento en el que ellos mismos me dijeron que tendría que encontrar la forma de convivir con ella por un largo tiempo. Ese largo tiempo ya son más de 10 años, sin embargo aprendí que hay una gran diferencia entre convivir con una enfermedad y convivir con un diagnóstico.
La curva descendente que parecía no tener fin
Los primeros pasos siempre son retantes, en el escenario que sea: Un nuevo colegio, una nueva amistad, el ingreso a la universidad, el primer trabajo, el primer noviazgo, los primeros días de matrimonio, etc. Enfrentar una enfermedad con la que habría que convivir no fue diferente.
En mi caso fue aprender de nuevo a caminar, como lo hacen los bebés, desde gatear, a caminar con apoyo a soltarme. Aprender a caminar, a los 16 años. Esos primeros pasos los daba con una sensación de impotencia y pensando en todo lo que tendría que dejar atrás. Y aunque comencé esperando poder caminar solo y hasta volver a correr, sentía que mi vida estaría amarrada a distancias cortas, y correr - a pesar de las terapias cada semana - se veía como un sueño lejano.
La curva parecía no tener final. Parecía que no podría volver a hacer ejercicio, pero fue cuando veía el abismo que aprendí algo que hasta hoy practico: Puedes quejarte de tu 'desgracia', o intentar salir de ella. Hoy escribo este blog porque decidí seguir el segundo.
La curva ascendente
Cuando me veía en ese agujero, ese abismo que parecía no terminar, decidí entrar al gimnasio. Para levantar pesas y para tener un cuerpo envidiable, pero ante todo, para no dejarme vencer de un diagnóstico.
De nuevo, primeros pasos. El comienzo fue difícil, necesitaba mucha ayuda y no hacer mucho, ni levantar mucho peso - esto si quería volver a casa por mis propios medios -. Sin embargo estos primeros pasos significaron fortalecer aún más mis músculos, esos que cada día se deterioraban con tanta rapidez y que hoy gracias a decidir tomar esos primeros pasos son tanto o más fuertes que los de una persona que no tiene EM.
Después de ir al gimnasio por muchos años te das cuenta que la vida se refleja en cada uno de los ejercicios que realizas: La vida se trata de levantar el peso que tienes encima para crecer y fortalecerte.
Sin la primera curva, la segunda no hubiera sido posible, es necesario enfrentar retos y dificultades en la vida porque estos te hacen más fuerte y más sabio, de aquí la importancia de una vida de curvas y aún más importante entender que no existen las curvas descendentes infinitas. La vida es como una montaña rusa, sin las curvas sería un paseo en tren y perdería toda la emoción.
Los primeros pasos en las curvas descendentes son siempre los más complicados, especialmente porque esas curvas no nos gustan y no las esperamos, sin embargo son los necesarios para empezar un camino, y aunque avanzar no siempre es sencillo y puede ser desconcertante, ese paso te saca de donde estás para llevarte al lugar que quieres estar y esto es lo que te debe mover a dar ese paso.
La vida es así, no es una linea recta, es una linea llena de curvas descendentes y ascendentes, no existe una sin la otra porque necesitas el error para aprender y necesitas el tropiezo para levantarte con más fuerza.
La vida es así, no es una linea recta, es una linea llena de curvas descendentes y ascendentes, no existe una sin la otra porque necesitas el error para aprender y necesitas el tropiezo para levantarte con más fuerza.
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